Un borracho entra tambaleándose en un restaurante y pide un par de huevos.
El camarero, sospechando que se han acabado, vuelve a interrogar al chef.
“Oye, Gus, ¿tenemos más huevos?”
Gus responde: “Me quedé sin huevos frescos, solo me quedan dos huevos podridos”.
El camarero dice: “Dale los huevos podridos. Está tan abrumado que no notará la diferencia”.
Gus revuelve los huevos podridos y añade croquetas de patata, salchichas y tostadas.
El borracho tiene tanta hambre que devora el desayuno sin hacer comentarios.
Va a pagarle al cajero y le pregunta: “¿De dónde sacaste esos huevos?”
Ella responde: “Tenemos nuestra propia granja de pollos”.
El borracho pregunta: “¿Tienes un gallo?
“No”, dice ella.
El borracho responde: “Bueno, será mejor que consigas uno, porque un zorrillo te está golpeando las gallinas”.