Una noche una monja rubia estaba orando en su habitación cuando Dios se apareció ante ella.
“Hija mía, me has complacido mucho.
Tu corazón está lleno de amor por tus semejantes y tus acciones y oraciones son siempre en beneficio de los demás.
He venido a ti, no sólo para agradecerte y felicitarte, sino para concederte todo lo que desees”, dijo Dios.
“Querido Padre Celestial, soy perfectamente feliz.
Soy una novia de Cristo.
Estoy haciendo lo que amo.
No me falta nada material ya que la Iglesia me sostiene.
Estoy contenta en todos los sentidos”, dijo la monja.
“Debe haber algo que quisieras de mí”, dijo Dios.
“Bueno, hay una cosa”, dijo.
“Solo nómbralo”, dijo Dios.
“Son esos chistes sobre rubias.
Son muy degradantes con las rubias de todas partes, no sólo conmigo. Me gustaría que acabaran los chistes sobre rubias”.
“Considérelo hecho”, dijo Dios.
“Los chistes sobre rubias serán borrados de las mentes de los humanos en todas partes.
Pero seguramente hay algo que podría hacer solo por ti”.
“Hay una cosa. Pero es muy pequeño y no merece la pena”, dijo la monja.
“Nombralo. Por favor”, dijo Dios.
“Son los M&M”, dijo la monja.
“Son tan difíciles de pelar…”