Un día, una joven profesora estaba dando una tarea a su clase de sexto grado.
Era una tarea grande, así que empezó a escribir en lo alto de la pizarra.
De repente se escuchó una risita de uno de los chicos de la clase.
Rápidamente se volvió y preguntó: “¿Qué es tan gracioso, David?”.
“Bueno, señora, acabo de ver una de sus ligas”.
“Sal de mi salón de clases”, grita, “no quiero verte en tres días”.
El profesor vuelve a la pizarra.
Al darse cuenta de que se había olvidado de ponerle título a la tarea; llega hasta la parte superior de la pizarra.
De repente, se oye una risita aún más fuerte de otro estudiante.
Rápidamente se da vuelta y pregunta: “¿Qué es tan gracioso, Billy?”
“Bueno, señora, acabo de ver sus dos ligas”.
De nuevo grita: “¡Salgan de mi salón de clases!”
Esta vez el castigo es más severo: “No quiero verte en tres semanas”.
Avergonzada y frustrada, deja caer el borrador cuando se da vuelta nuevamente.
Entonces ella se inclina para recogerlo.
Esta vez hay una carcajada de otro estudiante.
Rápidamente se da vuelta y ve al pequeño Johnny saliendo del salón de clases.
“¿Adónde crees que vas?” ella pregunta.
“Diablos, por lo que acabo de ver, mis días escolares terminaron”.