Una rubia compró un coche nuevo y decidió conducir desde algún lugar lejano para encontrarse con este amigo.
Llegó allí en unas pocas horas.
Después de pasar unos días allí, decidió regresar y llamó a su madre para que la esperara por la noche.
Pero no llegó a casa por la tarde ni tampoco al día siguiente.
Cuando finalmente llegó a casa al tercer día, su angustiada madre corrió y le preguntó: “¿Qué pasó?”
Ella salió, evidentemente muy cansada por el largo viaje, y dijo:
“¡Oh, estos diseñadores de autos, esa gente está loca! ¡Tienen cuatro marchas para avanzar, pero sólo una para retroceder!