Jacob, de 92 años, y Rebecca, de 89 años, viven en Florida y están entusiasmados con su decisión de casarse.
Dan un paseo para hablar de la boda y de camino pasan por una farmacia.
Jacob sugiere que entren.
Jacob se dirige al hombre detrás del mostrador: “¿Eres tú el dueño”?
El farmacéutico responde: “Sí”.
Jacob: “Estamos a punto de casarnos. ¿Venden medicamentos para el corazón”?
Farmacéutico: “Por supuesto que sí”.
Jacob: “¿Qué tal la medicina para la circulación”?
Farmacéutico: “Todo tipo”.
Jacob: ¿“Medicina para el reumatismo”?
Farmacéutico: “Definitivamente”.
Jacob: “¿Qué tal los supositorios”?
Farmacéutico: “¡Puedes apostar!”
Jacob: ¿“Medicamento para problemas de memoria, artritis y Alzheimer”?
Farmacéutico: “Sí. una gran variedad; los trabajos”.
Jacob: “¿Qué pasa con las vitaminas, los somníferos, el Geritol y los antídotos para la enfermedad de Parkinson”?
Farmacéutico: “Absolutamente”.
Jacob: ¿“Todo para la acidez de estómago y la indigestión”?
Farmacéutico: “Seguro que sí”.
Jacob: “¿Vendes sillas de ruedas, andadores y bastones”?
Farmacéutico: “Todas las velocidades y tamaños”.
Jacob: “¿Pañales para personas mayores?
Farmacéutico: “Claro”.
Jacob: “Nos gustaría utilizar esta tienda para nuestro Registro de Novias”.