Michael estaba pensando en lo buena que había sido su esposa con él y en lo afortunado que era de tenerla.
Le preguntó a Dios: “¿Por qué la hiciste tan bondadosa?”
El Señor respondió: “Para que la ames hijo mío”
Siguiente pregunta: “¿Por qué la hiciste tan guapa?”
Respuesta: “Para que puedas amarla hijo mío”
Tercero: “¿Por qué la hiciste tan buena cocinera?”
Respuesta: “Para que puedas amarla, hijo mío”.
Michael pensó en esto por un momento y luego dijo:
“No quiero parecer desagradecido ni nada por el estilo. ¿Pero por qué la hiciste tan estúpida?
Sin dudarlo llegó la respuesta: “Para que te ame, hijo mío”.