Un anciano nota que su esposa tiene problemas para oír.
Él intenta decirle que se haga una prueba de audición, pero ella no quiere oír hablar de ello.
Decide demostrarle que algo anda mal con su audición.
Sube las escaleras, saca una grabadora, la enciende y, sabiendo que ella está en la cocina, grita abajo:
“Cariño, ¿qué hay para cenar?”
Sin respuesta. Él baja las escaleras y grita.
“Cariño, ¿qué hay para cenar?” Aún sin respuesta.
Entra a la sala y vuelve a gritar: “Cariño, ¿qué hay para cenar?”. Sin respuesta.
Incluso se para justo afuera de la cocina y grita: “¿Qué hay para cenar?” y aún así, no hay respuesta.
Finalmente, él se para justo detrás de ella y le pregunta: “Cariño. Qué. Para. ¡¿Cena?!” y ella se da vuelta y dice.
“¡¡¡Maldita sea Al, por enésima vez, POLLO!!!”