Un joven soldado del ejército pide permiso a su comandante en jefe para abandonar el campamento el fin de semana siguiente.
“Ya ves”, explica,
“Mi esposa está embarazada”.
“Entiendo”, le dice el oficial.
“Ve y dile a tu esposa que le deseo suerte”.
La semana siguiente, el mismo soldado regresa con la misma explicación:
“Mi esposa está embarazada”.
El oficial parece sorprendido: “¿Aún estás esperando?” pregunta. —Bueno, muchacho, debes estar bastante molesto. Por supuesto, puedes tener el fin de semana libre”.
Sin embargo, cuando el mismo soldado vuelve a aparecer la tercera semana, el oficial pierde los estribos.
“No me digas que tu esposa todavía está embarazada”, dice.
“Sí, señor”, dice resueltamente el soldado.
“Ella todavía está embarazada”.
“¿Qué diablos está esperando?” el oficial. El soldado dice simplemente: “Yo”.