Una chica estadounidense estaba de visita en Inglaterra y fue invitada a una fiesta.
Mientras bailaba con un inglés estirado y con monóculo, su collar se desabrochó y se deslizó por la parte posterior de su vestido.
Le pidió al inglés que le recuperara la joya.
Estaba muy avergonzado, pero deseando cumplir con su pedido, alcanzó con cautela la parte posterior de su vestido.
“Lo siento muchísimo”, dijo, “pero parece que no puedo alcanzarlo”.
“Pruebe más abajo”, dijo.
En ese momento se dio cuenta de que todos en la habitación lo estaban observando, lo que lo hizo sentir muy incómodo y le susurró a la chica: “Me siento como un trasero perfecto”.
“¡Olvida eso!” ella lloró. “Solo consigue el collar”.