Una pareja de ancianos había estado experimentando un deterioro de la memoria, por lo que decidieron tomar una clase de memoria poderosa donde se les enseña a recordar cosas por asociación.
Unos días después de la clase, el anciano estaba afuera hablando con su vecino sobre lo mucho que le ayudó la clase.
“¿Cómo se llamaba el instructor?” preguntó el vecino.
“Oh, ummmm, veamos”, reflexionó el anciano.
“Conoces esa flor, ya sabes, la que huele muy bien pero tiene esas espinas, ¿cómo se llama esa flor?”
“¿Una rosa?” preguntó el vecino.
“Sí, eso es todo”, respondió el anciano.
Luego se volvió hacia su casa y gritó: “Oye, Rose, ¿cómo se llama el instructor del que tomamos la clase de memoria?”