La maestra le preguntó al pequeño Johnny si tenía mascotas.
El pequeño Johnny respondió:
“Sí, tengo un gato como mascota y esta mañana, antes de irme a la escuela, puse un poco de combustible para encendedor en el recipiente de agua del gato. El gato subió corriendo las escaleras. Saltó sobre las camas, volvió a bajar corriendo, atravesó la sala hasta las cortinas, subió hasta arriba y luego cayó al suelo. El gato se quedó allí inmóvil”.
“Dios mío”, exclamó la maestra, “¿tu gato estaba muerto”?
“No”, dijo el pequeño Johnny,
“Simplemente se quedó sin gasolina…”