Un hombre se acomoda en su asiento junto a la ventana de un avión cuando otro hombre se sienta a su lado y coloca a su labrador negro entre ellos.
El primer hombre mira al perro con curiosidad y le pregunta por qué se le permite subir al avión.
El segundo hombre explica que es un agente de la DEA, un perro rastreador.
“Su nombre es Sniffer y es el mejor que existe. Te lo mostraré una vez que despeguemos y lo pondré a trabajar”.
El avión despega, y una vez nivelado, el agente dice
“Ver este. Le dice a Sniffer que ‘busque’”.
Sniffer salta, camina por el pasillo y finalmente se sienta con determinación junto a una mujer durante varios segundos.
Luego, Sniffer regresa a su asiento y pone una pata en el brazo del agente.
El agente dice: “Buen chico”, y se vuelve hacia el hombre y le dice:
“Esa mujer está en posesión de marihuana, así que estoy tomando nota del número de su asiento y las autoridades la detendrán cuando aterricemos”.
“Dime, eso es bastante bueno”. Responde el primer hombre.
Una vez más, el agente envía a Sniffer a buscar en los pasillos.
El laboratorio husmea, se sienta junto a un hombre durante unos segundos, vuelve a su asiento y esta vez coloca DOS patas en el brazo del agente.
El agente dice: “Ese hombre lleva coc@@@@@@ine, así que nuevamente, estoy tomando nota de su número de asiento para la policía”.
“¡Me gusta!” dice su compañero de asiento.
Luego, el agente le dice a Sniffer que “busque” nuevamente.
Sniffer camina arriba y abajo por los pasillos por un rato, se sienta por un momento y luego regresa corriendo hacia el agente, salta al asiento del medio y procede a defecar por todos lados.
El primer hombre está realmente asqueado por este comportamiento y no puede entender cómo o por qué un perro bien entrenado actuaría así, así que le pregunta al agente: “¿Qué está pasando?”.
El agente responde nerviosamente: “¡Acaba de encontrar un auge!”.