Una pareja invita a su familia al Día de Acción de Gracias para pasar las vacaciones juntos.
La familia se reúne, pero los hijos del matrimonio llegan tarde y la suegra se queja en voz alta:
“Uf, tus hijos, siempre llegan tarde”.
Al final, todos vienen y se sientan a comer, la suegra insiste en sentarse a la cabecera de la mesa y nadie tiene fuerzas para discutir con ella.
Al cabo de unos minutos, la suegra hambrienta empieza a quejarse:
“Uf, ¿qué pasa con la comida aquí? ¿Por qué siempre llega tarde?”
Unos minutos más tarde, la pareja saca la comida que han preparado para su familia, en su mayor parte cocinada por la esposa.
Todos comen y la velada continúa.
Mientras están en medio de su plato fuerte, la suegra dice:
“Uf, será mejor que empiece a recoger los platos para que al menos podamos pasar al último plato a tiempo”.
Un segundo después de levantarse, el gran reloj de pared que cuelga sobre la cabecera de la mesa se cae, reduciendo su silla a pedazos y casi golpeándola.
Todos están en shock hasta que la novia murmura para sí misma: “Uf, este reloj… siempre llega tarde”.